El norte de Extremadura es un gran paraíso natural debido a que las estribaciones más occidentales del Sistema Central pegan en el norte extremeño y configuran cinco valles maravillosos: Sierra de Gata, las Hurdes, el Valle del Ambroz, el Valle del Jerte y La Vera.
De todos ellos vamos a elegir el Valle del Jerte, uno de los espacios de mayor singularidad del norte extremeño, donde todos los años podemos contemplar un impresionante espectáculo natural con la llegada de la primavera. Pero no penséis que este valle solo es bonito en estas fechas, sino que el Jerte hay que disfrutarlo a fondo en cualquier estación.
Dicen los poetas extremeños que en Nochebuena los cerezos se “preñan” y ese es el momento en el que el ciclo natural se pone en marcha y nos permite contemplar un valle maravilloso lleno de colores y matices a lo largo del año. El invierno nos proporciona el blanco de las cumbres y el olor a chimeneas encendidas que, junto a las fiestas populares, como la de “Jarramplas”, hacen que el valle se convierta en un lugar cálido pese a las bajas temperaturas.
Con la salida de los primeros rayos de sol llega la primavera y los cerezos paulatinamente comienzan a plagarse de flores, inundando por completo ambas laderas que parecen cubiertas por un manto blanco.
De la primavera pasamos al verano, y ese manto blanco que cubría el valle se torna en rojo porque comienzan a brotar las cerezas. Las ramas se ven cargadas de frutos rojos y es una auténtica maravilla disfrutar del paisaje que la propia naturaleza nos regala.
Y del verano llegamos al otoño, otra estación fantástica para visitar el Jerte, es una época con una temperatura ideal que nos permite patear el valle y recrearnos con una variada gama de ocres, marrones y tostados que el paisaje nos ofrece en cada paso que damos.
El otoño termina y llegamos de nuevo a la noche de Nochebuena donde el ciclo natural vuelve a comenzar para regalarnos a todos un valle mágico. ¿Te animas a acompañarnos?