Juntos recorreremos el centro histórico para descubrir una ciudad medieval fascinante en la que a cada paso encontrarás un legado cultural difícil de olvidar.
Lo primero de todo es hacer un poquito de historia: Plasencia se funda a finales del siglo XII, en el año 1186. Como sabréis, en el siglo VIII los musulmanes invaden la Península Ibérica y a mediados del siglo IX los Reyes Cristianos del norte comienzan a avanzar territorios.
Al norte de Extremadura las huestes cristianas llegan a finales del siglo XII y el rey Alfonso VIII de Castilla funda Plasencia en la primavera de 1186. Tres años más tarde, en 1189, la ciudad es designada capital de Diócesis por el Papa Clemente III; lo que conlleva que, a finales de esta centuria, comience a plantearse ya la construcción de la catedral vieja, que comenzará a levantarse en los inicios del siglo XIII.
A partir de este momento el corazón de la ciudad comienza a latir y paulatinamente la Plasencia medieval se va desarrollando para convertirse, ya en el siglo XV, en una de las ciudades más florecientes del Reino de Castilla.
La nobleza, el clero, los comerciantes, los artesanos y las diferentes etnias religiosas convivían en un centro histórico con un entramado urbano medieval que partía de un lugar fundamental para la ciudad: la Plaza Mayor. Un lugar elegido para ubicar el gran mercado medieval que permitió, desde fechas muy tempranas, que Plasencia tuviera un importante desarrollo económico.